29 :: Marzo :: 2024



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Dehesa de Moheda Alta - Las dehesas
 

En el entorno del Parque Periurbano de Moheda Alta se extienden grandes dehesas destacando las de las fincas de Gorbea, Zarzalejos, El Rincón de Valdepalacios, Valverde, Las Talarrubias o La Suerte.

Las dehesas son el resultado del la transformación del bosque mediterráneo original por la acción del hombre a lo largo de la historia. Mediante el progresivo aclarado de los pies de encinas y alcornoques y la eliminación periódica del estrato arbustivo y de matorral, se ha logrado un bosque con una densidad óptima de árboles, donde es posible mantener pastizales para el ganado o terrenos para cultivos agrícolas, como los cereales.

Las dehesas del entorno presentan un aprovechamiento ganadero mayoritario, destacando el pastoreo con ovejas merinas y con vacas, existiendo incluso varias explotaciones dedicadas a la cría de una raza autóctona, la vaca retinta. Muchas de estas dehesas ganaderas mantienen también zonas con cultivos de cereal destinado a la alimentación del ganado, coincidiendo generalmente con  parcelas con baja densidad de arbolado.

Algunas explotaciones también se dedican a la cría del cerdo ibérico, aprovechando la bellota de las dehesas para aumentar la calidad del producto final.

La bellota, por tanto, es uno de los recursos más importantes de la dehesa durante el invierno, ya que constituye la base de la alimentación de las especies ganaderas (cerdos, ovejas y vacas). Algunas dehesas son arrendadas por los ganaderos trashumantes, trayendo sus vacas desde los pastaderos del norte hasta aquí para aprovechar las bellotas.

Otros aprovechamientos frecuentes en estas dehesas son el cinegético (especialmente la caza menor: conejo, liebre, perdiz, palomas), la apicultura y la producción de leña, picón y carbón procedente de las podas de las encinas.

En los últimos 50 años se ha reducido notablemente la superficie de dehesas en toda la zona, siendo poco a poco sustituida por los cultivos de regadío. No obstante, aún se conservan grandes extensiones de dehesas que bordean o se alternan con los terrenos de regadío, dando lugar a un complejo ecosistema de elevada biodiversidad.

En las escasas zonas elevadas (por ejemplo en El Tiro de Zarzalejos), aún es posible ver las encinas y los alcornoques densamente mezclados con especies arbustivas y de matorral.

Características de la dehesa

Dehesa "cerrado"

La totalidad de las 150 ha que conforman el Parque Periurbano se encuentran dentro de una dehesa de encinas (Quercus rotundifolia) que actualmente es propiedad del ayuntamiento de Navalvillar de Pela. Esta dehesa estaba incluida a principios del siglo XX dentro de una dehesa aún mayor, que se extendía por toda la vega del Río Cubilar. Los cultivos de regadío y la implantación de los olivares fueron reduciendo progresivamente su superficie, encontrándose actualmente completamente rodeada de regadíos por el norte y el oeste.

 

Dentro de la Dehesa de Moheda Alta pueden establecerse diferentes zonas dependiendo de la cobertura de encinas, es decir, del número de encinas por hectárea, que están asociadas a sensibles cambios en la flora y fauna acompañante.

 

a) Dehesa cerrada. Son aquellas zonas de la dehesa que presentan una densidad superior a 30 encinas/ha. Se caracteriza por mantener un estrato arbustivo importante, compuesto principalmente por chaparros de encina de gran volumen que no han sido podados nunca, desarrollándose de manera natural y sin la intervención del hombre. La densidad de encinas puede superar las 50 encinas/ha, llegándose a entrecruzar las copas de los árboles y dando lugar a zonas que permanecen siempre umbrosas y sombreadas. En estos enclaves la fauna encuentra refugio, protección y alimento, así como lugares adecuados para ocultar sus nidos y madrigueras. Dentro de la Dehesa de Moheda Alta ocupan aproximadamente 37,5 ha distribuidas principalmente a lo largo del límite este de la finca.

Dehesa "intermedia"

b) Dehesa intermedia. Son aquellas zonas de la dehesa que presentan una densidad comprendida entre  15 y 30 encinas/ha. Se trata de la formación predominante en elParque Periurbano y considerada como la dehesa tradicional. Su densidad arbórea es la idónea para mantener usos ganaderos y aprovechar así la elevada pastizalesproducción de bellota y la excelente calidad de los . Las especies acompañantes más frecuentes son el torvisco (Daphne gnidium), el cantueso (Lavandula stoechas), la jara rizada (Cistus crispus) y el jaguarzo negro (Cistus monspeliensis). Este tipo de dehesa se encuentra en unas 75 ha. del Parque Periurbano.

c) Dehesa abierta. Son zonas con una densidad de encinas inferior a 15 encinas/ha. Coincide con frecuencia con las zonas donde el nivel freático es mayor, estando asociadas a cursos de agua intermitentes o terrenos encharcadizos. Estos terrenos se reconocen con facilidad por estar  poblados de juncos (Juncos holoschoenus) e incluso por tamujos (Flueggea tinctorea), espacies claramente indicadoras de la presencia de humedad. Aquí es también donde los pastizales alcanzan mayor relevancia, presentando una alta diversidad de especies herbáceas. En la dehesas abiertas se encuentra una importante población de una de las especies endémicas de Extremadura e incluida en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Extremadura como especie en peligro de extinción, la Serapia Verde (Serapias perez-chiscanoi), uno de los principales valores naturales del Parque Periurbano. También son comunes otras especies de orquídeas, como la Serapia lingua, Serapia vomeracea, Ophrys tenthredinifera y Orchis morio. Su uso agropecuario está limitado al de pastizal, ya que esta zona se encuentra prácticamente encharcada todo en invierno.

La enfermedad de la dehesa: la seca 

La seca o decaimiento forestal es un proceso conocido desde comienzos del siglo XX, cuando en diferentes regiones de  Europa, norte de América y norte de África se observó un anormal deterioro en masas forestales y espacialmente de aquéllas compuestas por árboles del género Quercus. Su incidencia fue mayor a partir de los años 80 y se comprobó que afectaba a encinas, alcornoques, quejigos, robles e, incluso a especies de matorral mediterráneo.

Los árboles afectados muestran una importante pérdida de vigor, una caída anormal de las hojas y un notable amarilleo de las partes verdes, conduciendo a corto plazo a la muerte del ejemplar.

Su origen puede estar asociado a la disminución de la disponibilidad de los recursos hídricos unida a un aumento de las temperaturas, favorecidos por el cambio climático, pero también a la presencia de un hongo patógeno muy destructivo, el Phythophtora cinnamomi, cuya acción se potenciaría por los factores ambientales adversos y también a los ataques de otros hongos e insectos.

En el Parque Periurbano la seca puede considerarse como el principal factor de mortalidad en el arbolado, habiéndose constatado ya la muerte de decenas de encinas. Este fenómeno está provocando una disminución en la densidad del arbolado, favoreciendo que la dehesa abierta predomine sobre el resto.

Esta enfermedad fue la causa de la muerte súbita del árbol más importante de la comarca, conocido como La encina del Convenio. Se trataba de un árbol de espectaculares dimensiones, caracterizado por su largo tronco y redonda copa, estimándose que su edad podría los 500 años. Además, el árbol era poseedor de un gran valor cultural, ya que bajo su copa se celebraban tradicionalmente las reuniones de los alcaldes y grandes propietarios para repartir los terrenos de pastizal y la montanera de bellota, así como discutir sobre diferentes problemas y litigios. Actualmente se conservan los restos de su tronco y algunas de sus grandes ramas, que continúan siendo impresionantes.

Como todo proceso natural, la muerte de las encinas también representa una ventaja para otras especies. Así, en las grandes encinas muertas se crean gran número de huecos al pudrirse la madera, permitiendo que muchas especies puedan utilizarlos como lugares para nidificar, como Mochuelo, Carraca, Abubilla, Pico picapinos, Herrerillo común, Agateador común o el Trepador azul. En los huecos más grandes también se establecen colonias de murciélagos o incluso de pequeños carnívoros, como Comadreja o Gineta.

De la bellota a la encina, pasando por el chaparro

La posibilidad de observar dentro los límites del Parque Periurbano varios tipos estructurales de dehesa, favorece que sea un lugar ideal para su uso educativo y de interpretación del paisaje, permitiendo al visitante entender con facilidad el origen de la dehesa desde las formaciones boscosas, la necesaria intervención del hombre en este proceso y los manejos culturales asociados.

Una de las principales características de la Dehesa de Moheda Alta es su elevada densidad de chaparros (encinas jóvenes), contando con un elevado grado de regeneración del arbolado. Esta situación se  considera la óptima en cualquier tipo de dehesa, ya que uno de los principales problemas de conservación de este hábitat es la falta de regeneración natural y la fosilización de sus árboles.

Gran parte de los chaparros de la Dehesa de Moheda Alta, debido a la ausencia de la intervención humana en los últimos años (sin haber realizado podas en el arbolado o aprovechamientos ganaderos o agrícolas) se han desarrollado de un modo completamente natural, adquiriendo una peculiar forma como consecuencia de haber crecido sin ningún tipo de actuación sobre ellos. De este modo, los chaparros han adquirido una forma redondeada, como una gran esfera irregular, careciendo de un tronco definido y presentando numerosas ramas que crecen desde su base. Este tipo de chaparros son muy raros en el resto de dehesas, donde desde muy pronto son apostados y podados para dirigir su crecimiento y lograr formar un único tronco y varias ramas principales.

Para incrementar el valor divulgativo del Parque Periurbano, se han realizado distintos manejos en las encinas para poder mostrar a los visitantes los manejos que el hombre realiza en los chaparros para lograr que formen parte de la dehesa, un proceso requiere décadas para obtener los resultados deseados. Del mismo modo, es posible dar a conocer la importancia de la poda de los árboles adultos para mejorar la producción de bellota, para obtener leña y picón o para favorecer las labores agrícolas.

 

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